domingo, 16 de marzo de 2014


DEIFERENCIAS RACIALES XXI: POBREZA E IDENTIDAD
Si, efectivamente, la distribución de la renta es un tema de la Macroeconomía, entonces la economía como ciencia social tiene un problema con las distintas razas que forman la población.
En lo...s Estados Unidos por ejemplo, podemos ver la disparidad existente en la renta y en las condiciones sociales entre la mayoritaria población blanca y la minoría afroamericana. Como legado, tanto de la esclavitud como de las leyes de segregación racial que la siguieron. La pobreza tiene un peso considerable entre los afroamericanos. La tasa de pobreza de la población negra, situada en el 23,6% en el año 2011, era, en términos prácticos, el triple de la correspondiente a la población blanca, situada en un 7,7%.
Brasil por ejemplo, sufre del mismo problema pero con mayor intensidad. El 53,4% de la población es de origen negro o mulato, la tasa de analfabetismo en las clases negras desfavorecidas alcanza el 27,8% y de los 16,2 millones de personas que viven en niveles de extrema pobreza en el país el 73,2% son negros o mulatos. Muy dramática es la concentración de muertes violentas en la población de color, indicando que la distribución desigual de las riquezas y recursos sociales entre blancos e negros, es la causa de mayor relevancia, que termina por provocar otro tipo de desigualdad, el de la distribución de la muerte violenta. Así son los negros y entre estos los más jóvenes, las victimas preferentes de la violencia letal. Las tasas de homicidios de los negros son las más altas en todos los rangos de edad, aunque se acentúa mucho en el rango entre los 14 y 19 años, donde llegan a más de 250 homicidios por cada 100,000 habitantes.
Entre las personas de color surgen las mayores tasas de criminalidad, adicción a las drogas y el alcohol, nacimientos fuera del matrimonio, hogares monoparentales regentados por mujeres y dependencia de la asistencia social.
Las estadísticas en los E.E.U.U. sobre encarcelamiento indican, alrededor del 6% de los hombres negros están en la cárcel, superando a la de los blancos en una proporción de ocho a uno.
Es más, la probabilidad de que a lo largo de su vida un negro ingrese en prisión se sitúa por encima del 25%.
La teoría económica convencional es incapaz de explicar tal conducta autodestructiva, hay que basarse en observaciones sociológicas y psicológicas, cuyo objetivo es comprender la persistencia de la situación de desventaja de los negros. La pobreza de las minorías por cuestión de raza, solo podrá verse superado en tanto en cuanto se adapten a la cultura dominante. Ahora bien, si se adopta dicha identidad así y todo que es poco probable que se logre la aceptación plena por parte de los miembros de la cultura dominante. Además, es posible que dicha elección sea costosa en términos sicológicos para uno mismo, pues implica
ser alguien “diferente”; la familia y los amigos, quienes tampoco pertenecen a la cultura dominante, probablemente muestren actitudes negativas hacia el disidente que la ha adoptado. Así, es posible que los individuos sientan que nunca van a llegar a cruzar del todo el puente.
La teoría de la identidad de la pobreza de las minorías tiene consecuencias de política social que difieren bastante de aquellas que se derivan de la teoría neoclásica convencional. Por ejemplo, la teoría económica estándar del crimen y el castigo indica, implícitamente, que hay que
luchar contra el delito utilizando el instrumento de la disuasión: aumenta
la apuesta todo lo que sea necesario, y el delincuente en potencia se lo pensará
dos veces antes de delinquir. Sin embargo, las prisiones están llenas y el crimen no ha
desaparecido. En Brasil ha crecido del orden de un 32% en el último quinquenio el de la población de color, mientras que la de la población blanca ha disminuido. Frente ha dicho planteamiento, la teoría basada en la identidad, indica que las enormes externalidades negativas causadas por el encarcelamiento pueden contrarrestar los beneficios que, a corto plazo, se obtienen al disuadir la actividad delictiva mediante políticas de encarcelamiento
más severas. En sí misma, la prisión es una escuela en la que se adquiere una identidad basada en la oposición frente a la cultura establecida y, por tanto, es el caldo de cultivo de los delitos del futuro.
Además, creo que se puede comprobar que en el desarrollo y formación de los niños y jóvenes negros influyen mucho las diferencias tanto en la calidad del profesorado y el
número de alumnos de las clases, como el interés que presentan sus primogénitos, el comportamiento de sus hermanos mayores y amigos, etc. Puede que sea necesario que, aparte de que se cubra la materia estándar, o se ofrezcan ayudas dinerarias para que los niños asistan a la escuela, se precisaría también de otras medidas, como contar con un profesor extra y con una atención personalizada, con el fin de resolver aspectos relacionados con la identidad de los estudiantes. Por último, las externalidades presentes conducen a abogar por una toma de nuevas medidas en favor de las minorías, aunque la motivación sea exclusivamente egoísta, medidas que deberían llevar a una mayor aceptación por parte de la sociedad blanca, que los ha rechazado durante tanto tiempo y los ha etiquetado como, burros, vagos e irresponsables.
 Foto: DEIFERENCIAS RACIALES XXI: POBREZA E IDENTIDAD.
Si, efectivamente, la distribución de la renta es un tema de la Macroeconomía, entonces la economía como ciencia social tiene un problema con las distintas razas que forman la población.
En los  Estados Unidos por ejemplo,  podemos ver  la disparidad existente en la renta y en las condiciones sociales entre la mayoritaria población blanca y la minoría afroamericana. Como legado, tanto de la esclavitud como de las leyes de segregación racial que la siguieron. La pobreza tiene un peso considerable entre los afroamericanos. La tasa de pobreza de la población negra, situada en el 23,6% en el año 2011, era, en términos prácticos, el triple de la correspondiente a la población blanca, situada en un 7,7%.
Brasil por ejemplo, sufre del mismo problema pero con mayor intensidad. El 53,4% de la población es de origen negro o mulato, la tasa de analfabetismo en las clases negras desfavorecidas alcanza el 27,8% y de los 16,2 millones de personas que viven en niveles de extrema pobreza en el país el 73,2%  son negros o mulatos. Muy dramática  es la concentración de muertes violentas en la población de color, indicando que la distribución desigual de las riquezas y recursos sociales entre blancos e negros, es la causa de mayor relevancia, que termina por provocar otro tipo de desigualdad, el de la distribución de la muerte violenta. Así son los negros y entre estos los más jóvenes, las victimas preferentes de la violencia letal. Las tasas de homicidios de los negros son las más altas en todos los rangos de edad, aunque se acentúa mucho en el rango entre los 14 y 19 años, donde llegan a más de 250 homicidios por cada 100,000 habitantes. 
Entre las personas de color surgen las mayores tasas de criminalidad, adicción a las drogas y el alcohol, nacimientos fuera del matrimonio, hogares monoparentales regentados por mujeres y dependencia de la asistencia social.
Las estadísticas en los E.E.U.U. sobre encarcelamiento indican, alrededor del 6% de los hombres negros están en la cárcel, superando a la de los blancos en una proporción de ocho a uno.
Es más, la probabilidad de que a lo largo de su vida un negro ingrese en prisión se sitúa por encima del 25%.
La teoría económica convencional es incapaz de explicar tal conducta autodestructiva, hay que basarse en observaciones sociológicas y psicológicas, cuyo objetivo es comprender la persistencia de la situación de desventaja de los negros. La pobreza de las minorías por cuestión de raza, solo podrá verse superado  en tanto en cuanto se adapten a la cultura dominante. Ahora bien, si se adopta dicha identidad así y todo que es poco probable que se logre la aceptación plena por parte de los miembros de la cultura dominante. Además, es posible que dicha elección sea costosa en términos sicológicos para uno mismo, pues implica
ser alguien “diferente”; la familia y los amigos, quienes tampoco pertenecen a la cultura dominante, probablemente muestren actitudes negativas hacia el disidente que la ha adoptado. Así, es posible que los individuos sientan que nunca van a llegar a cruzar del todo el puente. 
La teoría de la identidad de la pobreza de las minorías tiene consecuencias de política social que difieren bastante de aquellas que se derivan de la teoría neoclásica convencional. Por ejemplo, la teoría económica estándar del crimen y el castigo indica, implícitamente, que hay que
luchar contra el delito utilizando el instrumento de la disuasión: aumenta
la apuesta todo lo que sea necesario, y el delincuente en potencia se lo pensará
dos veces antes de delinquir. Sin embargo, las prisiones están llenas y el crimen no ha
desaparecido. En Brasil ha crecido del orden de un 32% en el último quinquenio el de la población de color, mientras que la de la población blanca ha disminuido. Frente ha dicho planteamiento, la teoría basada en la identidad, indica que las enormes externalidades negativas causadas por el encarcelamiento pueden contrarrestar los beneficios que, a corto plazo, se obtienen al disuadir la actividad delictiva mediante políticas de encarcelamiento
más severas. En sí misma, la prisión es una escuela en la que se adquiere una identidad basada en la oposición frente a la cultura establecida y, por tanto, es el caldo de cultivo de los delitos del futuro.
Además, creo que se puede comprobar que en el desarrollo y formación de los niños y jóvenes negros influyen mucho las diferencias tanto en la calidad del profesorado y el
número de alumnos de las clases, como el interés que presentan sus primogénitos, el comportamiento de sus hermanos mayores y amigos, etc.  Puede que sea necesario que, aparte de que se cubra la materia estándar, o se ofrezcan ayudas dinerarias para que los niños asistan a la escuela, se precisaría también de otras medidas, como contar con un profesor extra y con una atención personalizada, con el fin de resolver aspectos relacionados con la identidad de los estudiantes.  Por último, las externalidades presentes conducen a abogar por una toma de nuevas medidas en favor de las minorías, aunque la motivación sea exclusivamente egoísta, medidas que deberían llevar a una mayor aceptación por parte de la sociedad blanca, que los ha rechazado durante tanto tiempo y los ha etiquetado como, burros, vagos e irresponsables.

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